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La entrevista al SEAL que acabó con Osama Bin Laden

Esta es la entrevista que el ya retirado miembro del DEVGRU, Robert O'Neill, concedió a El Mundo (BENJAMÍN G. ROSADO) sobre la misión que marcará su vida: Op. Neptune Spear.

¿Alguna vez se ha arrepentido?

No. He sido condecorado y cada día recibo amenazas. Pero cuando cierro los ojos y vuelvo a aquella habitación, sé que volvería a hacerlo. Volvería a apretar el gatillo tres veces. Sólo me arrepiento de no haber vuelto a por alguno de los casquillos de bala como recuerdo.

En uno de sus primeros informes, la Casa Blanca afirmaba que Bin Laden iba armado y que utilizó a su mujer como escudo, cosa que usted desmiente en su libro. ¿Se manipuló la información?

Las condiciones nunca son las ideales cuando tratas con terroristas. Tienes que analizar la situación en décimas de segundo y tomar la decisión correcta. Y por correcta me refiero a no poner en riesgo la vida de tus compañeros. En lo que respecta al informe, lo cierto es que no reparamos en que tenía una pistola y un AK-47 colgados de la puerta de la habitación hasta después de haberlo matado. Es un misterio por qué no se armó en los 10 minutos que tardamos en llegar desde el helicóptero hasta el tercer piso.

¿Tenían órdenes de capturarlo con vida?

Era una opción, si bien poco realista. Para que tal cosa hubiera podido suceder Bin Laden tendría que habernos convencido en menos de un segundo de que no iba armado ni tenía la intención de inmolarse. Se habría salvado si, al entrar en la habitación, lo hubiera encontrado con las manos en alto y nada sospechoso que me hiciera pensar en un explosivo.

¿Por qué no se ha publicado ninguna fotografía del cadáver?

Es algo de lo que no hablo en mi libro y sobre lo que me gustaría manifestarme. Creo que alguien en Washington debería empezar a publicar alguna de las fotos que le hicimos en Abbottabad. Fueron al menos 20, con cámaras Pentax. Las que se han publicado hasta la fecha son falsas. Recuerdo perfectamente el rostro de Bin Laden. Tenía la nariz aplastada y el cráneo abierto por la mitad. Tuvimos que juntar los dos pedazos para poder hacerle las fotos. A pesar de todo, se le podía reconocer. No tuve la más mínima duda de que era él.


 
¿Es cierto, como ha publicado el Washington Post, que hace unos días tuvo que ser evacuado de un avión con síntomas de embriaguez?

Sí. Bebí más de la cuenta en una fiesta de cumpleaños. Y me equivoqué al pensar que podía dormir en el avión. Una azafata se percató y, muy educadamente, me explicó que no podía viajar en esas condiciones. Así que le hice caso y cogí el vuelo del día siguiente.

¿Qué le diría a los que le consideran un traidor?

Es una palabra demasiado gruesa para un ex Seal con dos estrellas de plata y cuatro de bronce. Entiendo que mi salida del anonimato molestara a ciertas personas. Todos los seals que han contado su historia han pagado las consecuencias. Pero decidí hablar y asumir el riesgo de que alguien pusiera precio a mi cabeza.

Después de asestarle el tercer tiro a Bin Laden, se percató de que había un niño pequeño en la habitación. ¿Cree que, como sus hermanos Khalid y Hamza, acabará radicalizándose?

Espero que no. Uno de los informes de inteligencia a los que tuve acceso aseguraba que Osama no quería que sus hijos siguieran sus pasos. Tras dedicar buena parte de mi vida a luchar contra el terrorismo islamista he aprendido que no hay arma más eficaz que el diálogo.