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Morir para que mis compañeros vivan, la historia de Mike Murphy

Seguramente no hace falta que os expliquemos de qué va Lone Survivor o El último superviviente, pero por si acaso... Año 2005, montañas afganas, un grupo de 4 SEAL en misión de reconocimiento son descubiertos y perseguidos por 200 talibanes.

En esta historia cobra un papel fundamental el Lieutenant Michael P. Murphy (SDVT-1, el equipo de vehiculos del SEAL), que como Team leader del equipo de cuatro tuvo que tomar una complicada decisión: morir para que sus compañeros pudiesen vivir.

La verdad es que tuvieron muy mala suerte porque la misión estaba bien planteada y solo la providencia quiso que un grupo de pastores encontrase su posición y comprometiese la misión. Ahí pudo haber optado por haberlos matado o atado a un arbol y abandonarlos a su suerte (mismo resultado), pero optó por soltarlos y confiar en su equipo y su preparación para conseguir salir de la zona.

Murphy iba equipado con su M4 con lanzagranadas de 40mm M203, una mira ACOG con RMR y un AN/PEQ2, y silenciador (aunque en la película no lo lleve). Y de pistola llevaba, como todos, la SIG Sauer P226 Navy de 9 mm, y no la Beretta 92F que se ve en la película. Es algo que se puede ver en los videos de botín que grabaron los Talibanes después de saquearlos. 

El tema de los silenciadores también les dió problemas en la peli porque los M4 de Mike y Danny que salen sin silenciadores hacen muchas veces el sonido silenciado de los Mk12 de Marcus y Axe. Y en otras los Mk12 suenan como si fuesen M4 sin silenciar.

Puede llamar la atención que nadie en el equipo llevase ametralladora ligera, para dar fuego de cobertura en caso de contacto enemigo, pero hay que pensar que al menos Lutrell (nos lo cuenta en su libro) iba ya cargado con 11 cargadores de 30 balas (todos cogieron estos 3 cargadores más de lo habitual), 2 minas claymore, un ISLiD para guiar a los helicópteros, una mira telescópica Leupold, prismáticos Steiner, y baterías extra para todo. Dietz a su vez llevaba la radio y Murphy y Axe las cámaras y los ordenadores portátiles Panasonic “Toughbook”.

En total llevaban una media de 20 kg a sus espaldas, y eso que iban ligeros, porque iban a tener que escalar unas montañas de empinadas pendientes. 

Pero hay que entender que eran unos portentos físicos. En especial Michael P. Murphy. Esto en la película solo se ve vagamente reflejado cuando al principio Dietz pierde la carrera con Murphy a Shane Patton le parezca meritorio no haber sido humillado por Murphy y se lo conmutan.

Aunque la verdad es que este teniente neoyorkino, el Lt. Michael Patrick Murphy, era un excelente buceador y un poderoso nadador. Todo un portento físico. De hecho, una de sus rutinas de entrenamiento favoritas: correr 1 milla o 1,5 km, 100 dominadas, 200 flexiones, 300 sentadillas y a correr otra milla más, todo con un chaleco de 20 libras o sea 10 kg, hoy es uno de los entrenamiento más duros de CrossFit conocidos como Hero WOD (workout of the day), que rinden homenaje a militares o agentes de servicio público fallecidos en el desarrollo de su labor. 

Pero este no fue el único reconcocimiento que recibió ya que le concedieron, póstumamente, la Medalla de Honor del Congreso, la más alta condecoración que un militar puede recibir.

Porque cuando la situación ya era irremediablemente desesperada, después de haberse lanzado colina abajo en varias ocasiones, con todo su equipo herido por bala, metralla o roturas provocadas por la caida, en ese momento Murphy coge su teléfono satélite Iridium y sale fuera de toda cobertura a un claro (no al peñón de El Rey León como sale en la peli) para llamar directamente al HQ.

Ya daba igual desvelar su posición, “mis hombres están bajo fuego enemigo intenso, mis chicos están muriendo aquí, necesitamos ayuda” y entonces una bala le atravesó la espalda, pero se recompuso, contestó al teléfono “Recibido señor, gracias” y siguió combatiendo.

En la película muere ahí, épicamente, pero Luttrell narra la muerte de su mejor amigo de manera más agónica, dice que en un momento le empezó a gritar repetidamente “¡Ayúdame Marcus! Por favor, ayudame” pero Marcus no podía llegar hasta él, un fuego enemigo intenso lo impedía. Hasta que en un momento los gritos cesaron. Aunque lo acompañaron en sus pesadillas desde entonces.