Facebook login

Orden 227: la cruel norma de Stalin de asesinar a sus propias tropas si se retiraban

Afueras de Stalingrado, 1942. En una pequeña trinchera, un grupo de no más de 50 reclutas del Ejército Rojo cargan sus fusiles Mosin Nagant en espera de la llegada de la batalla. De repente, las balas silban cerca de sus oídos y se percatan de que los alemanes llegan a cientos.

No importa, deben defender a la «Madre Rusia». Así pues, cada uno levanta el arma y dispara tantas veces como puede a las siluetas ataviadas con la esvástica. Aunque muchas de ellos caen entre quejidos, la fuerza de los alemanes es demasiada y, en pocos minutos, los soldados soviéticos empiezan a caer bajo el plomo enemigo.

En el desconcierto, se oye un grito: «¡Es imposible, corred camaradas!». Guiados por esa voz, los soldados se dan la vuelta e inician una rápida carrera para salvar su vida. Es en ese momento cuando otra voz, esta vez la de un comisario, se alza por encima del ruido: «¡Ni un solo paso atrás, Stalin lo ordena. No hay retirada!».

Pero nadie le escucha, pues la desbandada es total. Acto seguido el oficial hace un signo al soldado que, a su lado, maneja una ametralladora pesada y le ordena disparar… sobre sus propios compañeros. Atrapados entre el fuego nazi y el amigo, los reclutas que aún vivían caen al suelo, muertos.

A pesar de que lo explicado en las líneas anteriores parece la escena de una película, lo cierto es que es una situación que se vivió en multitud de ocasiones por culpa de la «Orden 227». Esta, fue una normativa dictada por Iósif Stalin (el líder supremo de la U.R.S.S. durante la Segunda Guerra Mundial) en la que se establecía que todo aquel soldado soviético que se retirase sin el permiso expreso del alto mando sería disparado por sus «camaradas oficiales» sin juicio previo.

La máxima era sencilla: había que luchar hasta la muerte para que la «Madre Rusia» sobreviviese a la invasión fascista costase los hombres que costase. Por ello, todo el que huía era considerado un «cobarde» y un «traidor».

 

--> Seguir leyendo sobre la Orden 227